top of page

En esta sección puedes leer sobre las historias detrás de las fotos que he tomado a través de los años y algunas de mis piezas de arte. Una de las cosas que más disfruto de la fotografía, es precisamente el proceso de tomar la foto. ¡A veces, la historia es más interesante que la misma foto! Te comparto aquí lo que he vivido detrás del lente

Caminar sin temor, temiendo

  • Foto del escritor: Karenlie
    Karenlie
  • 6 ago 2017
  • 6 Min. de lectura

El Parque Nacional de Yellowstone en Wyoming; Recuerdo de niña ver fotos de los géiser y soñar con verlos en persona algún día. Por fin había llegado ese día y no sabía qué esperar, ni tampoco la experiencia que me esperaba. Recuerdo la impresión de ver las intensas variedades de colores en las piscinas naturales, algunas eran azules, otras amarillas, rojas, naranjas, verdes y cobres. Sentía que estaba caminando en tiempos prehistóricos, a no ser por las multitudes de personas y el cómodo paseo tablado bajo mis pies.

Después de caminar unas cuantas millas, llegamos al último géiser, uno tan hermoso y vibrante que no hallaba cómo alejarme o parar de retratarlo. No teníamos mucho tiempo para visitar el parque, así que sugerí que nos separaramos para yo ir adelante por otro trillo hasta otra área de géisers en donde me podrían recoger sin tener que estacionarse y esperar más tiempo por mí. Era una ye en el camino y el tramo por el cual yo iría era casi igual de largo que el tramo que regresaba al carro, así que el tiempo debía ser suficiente. Me llevé un pote de aerosol de pimienta pequeño por si me topaba con un oso, mi mochila y un monópodo para la cámara, y me fui por el trillo, sola.

El paseo tablado estaba en excelentes condiciones, pero empecé a notar que por este trillo había menos personas. Para ser exacta, habían cuatro y venían de regreso. A este punto no podía virar porque mi celular no tenía señal en esta zona y si no estaba en el estacionamiento cuando llegaran a buscarme, se formaría una gran confusión y ¡una posible búsqueda y rescate en el parque! Decidí continuar. Al poco tiempo llegué al final del paseo tablado, pero no al final del trillo. No sabía por dónde seguía el camino con claridad y empecé a tragar gordo. A lo lejos veía dos personas que se acercaban, así que esperé para seguir tras ellos...claro, para defenderlos si los atacaba un oso...

Mis esperanzas de protegerme tras estas personas desaparecieron rápidamente, pues eran dos jovencitos que estaban perdidos. Les mostré mi mapa y regresaron por donde vinieron. ¿Y ahora qué hago? Según el mapa ya estaba a más de la mitad del camino (tengo una conversación pendiente con el que dibujó el mapa), así que saqué mi monópodo como si fuera espada de Star Wars y dejé atrás el paseo tablado.

Parecía una guerrera. Gritaba "¡¡Akkkk, akkk, akkk!!" a toda voz. Recordaba haber leído algo acerca de hacer ruidos para espantar a los animales salvajes. Cabe destacar que yo le tengo pánico a los osos. Es más, a menudo son los personajes principales en mis pesadillas. Y para colmo, había visto la película The Revenant hacía pocas semanas, famosa por su escena del ataque de un oso.

Al principio, me armé de valor y, entre gritos, declamé todos los Salmos que me vinieron a la mente. "¡El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen! ¡Jehová es mi pastor! Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré!" ¡Aquello parecía culto de avivamiento con mezcla de discurso de Braveheart, pelea Jedi y un episodio de sobrevivencia en la selva!

Además, habían unas... ummm, ¿cómo digo esto con finura? No hay forma. Sencillamente, eran unas plastas inmensas, que tuvieron que haber salido de un gran animal, como un oso o un alce, ambos peligrosísimos, y por lo visto, bastante frescos todavía. Gritando, confesando en fe y mirando para todas partes, continué mi camino.

Por fin llegué a un géiser, y a la distancia, podía ver la carretera principal y carros transitando. Pero, entre la carretera y yo, había un área de géisers como de 500 pies de largo por la cual no se podía cruzar. De momento hasta contemplé brincar la cerca y correr hasta la carretera. Que conste: NO recomiendo que hagan eso nunca; ahí han muerto personas al caer en géisers.

Bueno, ahora sí que sudaba intensamente. Asumí que el trillo seguía por el área de árboles, pero realmente no había ningún letrero. Lo cómico era que gritaba, "¡No tengo temor! ¡Dios está conmigo!", seguido rápidamente de una confesión sin pretenciones, "¡Ay, Señor, tengo miedo!"

Por un lado, mis labios y mente declaraban la verdad de la Palabra, pero por otro lado, mi corazón y hasta mis piernas temblaban por dentro. No tenía idea de que eso era exactamente lo que me esperaba en mi vida solo unos meses después de este viaje, y que, de alguna forma, Dios me estaba hablando en este bosque.

De la misma forma en mi vida, después de andar por un camino bastante firme, me topé con el más oscuro valle que he tenido que atravesar. Un valle de dolor que, en su mayoría, se pasa solo, consciente de que el peligro acecha, que el enemigo está ahí, esperando para atacarme, para despedazar mi vida. La Palabra sube a mi mente, lo que he leído por años viene a sostenerme, pero mi humanidad, mi falta de fe, mis miedos y temores, luchan constantemente. "Sí, Señor, te voy a creer, voy a confiar en ti. Sé que tú tienes control de mi vida y que eres mi Pastor, que me cuidas". Esas son mis palabras un día. Al otro día, o simplemente horas más tarde, "¿Señor, dónde estás? ¿Qué es esto? No entiendo, tengo miedo. ¿Realmente tienes un plan?"

¿No es acaso lo que hacemos? En un Salmo, David declaraba, "Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?" (27:1) y en otro, "El miedo me asalta por todas partes" (31:13b). La lucha constante de creer que Dios está con nosotros, que está en control y que no nos dejará. Entendí más claro que nunca, que en lo más profundo, nuestra historia se trata de creerle a Dios. Constantemente. En los momentos de alegría, y en los momentos de tristeza. Cuando el camino está claro y cuando no se ve dónde pisar. Cuando hay abundancia, o cuando hay escasez. Cuando hay compañía, o cuando la soledad te castiga con dolor.

Así hizo el pueblo de Israel una y otra vez. Dios los libraba con grandes milagros, y al poco tiempo, "¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?" (Ex.17:7). Así hago yo. Aunque no quiero. Aunque la Palabra está en mi corazón. Aunque me proveyó un trabajo en el momento que más lo necesitaba. Aunque inquietó a una amiga a interceder por mí una noche de guerra espiritual. Aunque me da su aliento cuando siento que ni puedo respirar. Aunque he visto su provisión, su cuidado y lo que puedo describir como un rayito de su gloria. Dudo. Temo. Grito. Tiemblo.

Pero, ¡gracias a Él que mis dudas no determinan su fidelidad! Que mi temor no detiene su poder. Que mi tristeza no apaga ni seca los ríos de agua viva que él me brinda.

Por mi valle, Él va adelante. Por mi camino lleno de peligros, Él ya pasó y me dice, "Sigue, ven conmigo, no temas. Grita todo lo que quieras, yo entiendo." Porque Él también se entristeció hasta la muerte, tanto que sudó gotas de sangre; fue afligido, experimentado en quebrantos. Porque Jesús también pidió, "...pasa de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42).

Cuando por fin atravesé ese bosque en Yellowstone, sin toparme con ningún oso o alce, casi me tiro en el medio de la carretera desmayada. Lo había logrado pese a mis temores y debilidad. Ya después me dio risa pensando en lo graciosa que me debía haber visto y que a lo mejor los osos se escondieron con miedo de mí.

Yo todavía estoy en medio de mi valle en este momento. Estoy en la lucha diaria de someter mis pensamientos a la obediencia de Cristo. De contrarrestar mis dudas con la verdad de su Palabra. Dios no me ha librado de este quebranto. Pero va conmigo. Va adelante y detrás. Me rodea, me infunde aliento. Mis temores menguan cuando le alabo. Su provisión suplirá para mis necesidades. Mis pies afirmará, mi cabeza levantará, mi copa rebosará. No sé cuándo, no sé cómo, pero lo ha hecho antes, y lo volverá a hacer. Él peleará por mí. Él peleará por ti. Lo que nos toca es caminar, declarar su Palabra aún cuando nos paraliza el miedo y seguirle.

"Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová". Salmo 27:14

© 2024 Apertura 8.12. Todos los derechos reservados. 

  • Instagram Social Icon
bottom of page